En primer lugar: recordaré a mis lectoras y lectores, que hoy es un día
especial para nosotros. Se cumple el VI Aniversario, de la existencia de mi
blog educativo: Espacio Historia del Arte (EHA). Este lugar virtual nació el 16
de marzo de 2010. Durante estos años de su persistencia, ha sido un medio de
mostrar mis artículos, sobre ciertas obras artísticas, así como ofrecer las
explicaciones pertinentes, acerca de cada una de ellas, con una pura finalidad
didáctica. Yo sé que esta bitácora recibe muchas visitas, y que se ha
convertido en un centro de consulta; en una base de datos de fácil acceso. Sin
embargo, debo precisar que hay unas pautas, a la hora de usar estas
informaciones. Si solamente se trata de leer los escritos, no sucede nada
alarmante, ni que sean utilizados, en la creación de simples apuntes de clase
(del alumnado); siempre y cuando no pasen de ser: un cuaderno de uso personal.
Sin embargo, si los visitantes emplearan estos textos para trabajos
académicos, con la intención de presentarlos a un evaluador de la materia, como
una tarea de la asignatura, deberán indicar la fuente consultada. El título del
artículo que han estudiado, la fecha del mismo, el nombre de mi blog, su
dirección y el autor. Es decir, mi personalidad: mi nombre y mi apellido. En el
caso de copiar directamente una frase, o un párrafo, habrán de encerrarlo entre comillas,
poniendo la letra en cursiva; teniendo en cuenta todo lo anterior. Por ejemplo:
“Texto seleccionado”; acompañado de su correspondiente nota a pie de página. Y
sin olvidar de situar la referencia, en la lista de la bibliografía, o en el
listado de páginas webs; ordenándose alfabéticamente, por el encabezamiento de
autores de libros, o de artículos, que se hayan examinado, en el trabajo del
alumno o alumna; a la hora de efectuar esa labor hipotética.
No vale copiar y pegar de mala manera, cualquier cosa. Ningún profesor se
tragará ese pastiche. Ya sabrá de antemano, si son palabras tuyas, o robadas de
otras personas, con el procedimiento ilegal. Si copias sin mencionar, te
suspenderá esa tarea, cualquier profesor o profesora. Acostúmbrate a citar las
fuentes, por tu propio bien. No te cuesta dinero. Y ya que no pagas al autor
(ni un céntimo), como mínimo: nombra al experto, porque se ha quemado las
neuronas; para que tú vivas mejor, encontrando las cosas hechas, en una bandeja
de plata.
En segundo lugar: dedicaré este evento, a la estatua ecuestre de Marco
Aurelio, para comentar su historia y sus características, en este artículo
conmemorativo. En realidad, se trata de una pareja escultórica, aunque la
historiografía tradicional se ha preocupado más, del personaje retratado (el
jinete), que de su caballo; cuya cabeza enérgica, ha pasado desapercibida, a
ciertos eruditos; los cuales se han quedado estancados, con el aparente
equilibrio del corcel. Y me parecen más importantes los detalles, que la simple
silueta estática; que no es un mero soporte que eleva al mandatario.
Si algún día visitas la plaza del Campidoglio (en Roma), podrás
sorprenderte de este gran escenario urbano, en la colina del Capitolio. Un
lugar emblemático, que fue inventado por Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), y
que sería completado, por los
arquitectos sucesivos; los cuales respetaron el diseño establecido, por aquel
genio del Renacimiento. La simetría del planteamiento, con dos palacios
enfrentados, y el palacio del Senador (= Ayuntamiento) al fondo; como si fuera
todo, un enorme bastidor de un teatro imaginario. Instalando en el centro una
plataforma, encima de la estrella de doce puntas del suelo; que irradia una
serie de líneas grises; encerradas en un óvalo magno; adelantándose a una
concepción barroca.
Cuando entres a la plaza, verás a tu derecha el palacio de los
Conservadores; mientras que a tu izquierda, estará el palacio Nuevo. Y delante
de ti, aparecerá majestuosamente, el monumento del emperador Marco Aurelio
(121-180); el cual ejerció su mandato, desde el 161 y hasta el 180 de nuestra
era. La estatua de bronce que vemos hoy en día, en esta plaza Capitolina, es
una copia moderna, de un original antiguo; ubicado en los Museos Capitolinos.
En concreto, se halla en una exedra, o sala cubierta de vidrio; detrás del
palacio de los Conservadores. Hay que aclarar: que los fondos de arte romano,
pertenecientes a dichos museos, están distribuidos entre los dos palacios
gemelos.
Yo centraré mi atención, en la escultura ecuestre antigua. Una estatua de
autor anónimo. Una composición escultórica realizada en bronce; con la técnica
de la cera perdida; y que fue recubierta de un esmalte dorado. El cual se ha
perdido en su mayoría, con el transcurso de los siglos. Supuestamente, existen
424 cm de altura; iniciándose en la pezuña del caballo, y completándose en la
parte superior, de la cabeza del emperador filósofo. Su cronología se discute,
en el 176, o en el 180 d.C., tras la muerte de Marco Aurelio. No han llegado a
nuestros días, fuentes pretéritas que la hubieran citado.
A partir de la Edad Media, sí recibe el interés de los visitantes de la
ciudad eterna. En esta época, esta obra artística se creyó erróneamente: un
retrato de Constantino I; el césar que permitió el cristianismo. Debido a esa
equivocación, ha sido y es la única estatua ecuestre, de un emperador romano,
que ha llegado a nuestro presente. Puesto que las otras se fundieron en el
pasado, para realizar monedas, o estatuas de iglesias cristianas; ya que eran
consideradas ídolos paganos.
En 1537 el papa Pablo III (1534-1549), encargó a Miguel Ángel, la reforma
de la colina Capitolina. Esto abarcaría una plaza amplia, con una escalinata de
acceso; cercada por dos palacios; y sumando una remodelación del Senatorial;
que en aquella época era una construcción medieval. Esta intervención
urbanística, con el objetivo de embellecer una zona marginada, se ejecutaría en
varias fases, participando otros arquitectos; los cuales seguirían el diseño de
Buonarroti (1537-1546). El palacio de los Conservadores se hizo entre
1537-1558, mientras que el Nuevo, fue acabado en 1654. Y el pavimento de la
plaza se completó en 1940.
En enero de 1538, por orden del pontífice (antes indicado), la estatua
ecuestre de Marco Aurelio, fue desmontada de la plaza de San Juan de Letrán, y
trasladada a la nueva plaza del Capitolio, donde Miguel Ángel estableció un
pedestal digno, que armonizó con esa escultura grandiosa. La cual permanecería
en el Campidoglio, de 1538 a 1981. Hay que recordar: aquel atentando
terrorista, que sufrió el Ayuntamiento de Roma, en su portada, el 20 de abril
de 1979, al explosionar una bomba, y que afectó a su fachada y al monumento del
emperador. Por lo cual fue necesario, el proceso de restauración de esta obra
artística, que se demoraría en el tiempo. Y así, la efigie estuvo retirada del
público. El verdadero Marco Aurelio se volvió a ver: el 23 de diciembre de
2005; expuesto definitivamente, en la sala nueva (acristalada), del palacio de
los Conservadores. Por el contrario, encima de la plataforma de la plaza, se
instaló una reproducción exacta (en bronce), porque no se podía dejar vacío el
lugar.
El césar está montado en su caballo, deteniéndose por un instante, ante
un enemigo derribado; un bárbaro que todavía existía en el Medievo, y que
desapareció inexplicablemente. El corcel levanta y flexiona la pata derecha
(delantera); tal vez con la intención de pisotear al adversario vencido. El
caballo tuerce un poco la cabeza, a su derecha, con la boca abierta; como si
estuviera algo furioso. El jinete también gira la cabeza hacia la misma
dirección; extendiendo la mano diestra; con un gesto de contener a las tropas;
como un pacificador, en un acto de clemencia. Él lleva puesta la túnica corta y
el manto (paludamentum), en los cuales sobresalen diversos pliegues. Pero el
mandatario no utiliza la coraza, ni las armas. Está representado como un sabio
estoico; el cual impone su voluntad a los demás, a través del sentido común, y
no con la fuerza militar. Su rostro sereno luce bigote y barba, siguiendo la
moda de sus predecesores; promovida por Adriano (117-138).
Para que te hagas una idea, del pensamiento filosófico de Marco Aurelio, te
muestro a continuación, un pasaje de la gran obra escrita por él: “A todas horas, preocúpate resueltamente, como romano y varón, de hacer lo
que tienes entre manos con prontitud y no fingida gravedad, con amor, libertad
y justicia, y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás
distracciones. Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se
tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda
aversión apasionada que te alejara del dominio de la razón, de toda hipocresía,
egoísmo y despecho en lo relacionado con el destino. Estás viendo cómo son
pocos los principios que hay que dominar, para vivir una vida de curso
favorable y de respeto a los dioses. Porque los dioses nada más reclamarán a
quien observa estos preceptos”. (Meditaciones, II,5).
En el Renacimiento italiano, la estatua ecuestre de Marco Aurelio, servirá
de inspiración a dos escultores célebres, que realizarán dos monumentos
destacados. Donatello (1386-1466) hizo la estatua de Erasmo da Narni (il Gattamelata), entre
1447-1453; levantado en un alto pedestal, en la plaza del Santo, en Padua. Y
Andrea del Verrocchio (1435-1488) proyectó el monumento a Bartolomeo Colleoni,
en 1479. Pero la obra fue concluida por Alessandro Leopardi (1466-1512); tras
la muerte de Verrocchio; y está expuesta en Venecia.
Monumento ecuestre al Gattamelata. Padua.
Monumento ecuestre al Colleoni. Venecia.
Referencias bibliográficas:
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