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Espacio Historia del Arte

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lunes, 9 de junio de 2014

Reflexiones sobre el fenómeno artístico - Las botas de Van Gogh


El controvertido filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976); al que no se puede negar su habilidad por la retórica; manejando un sutil juego de palabras y comparaciones; considera la obra artística un ente con un carácter peculiar. Precisamente en el comienzo de su ensayo: El origen de la obra de arte (explicado en 1935, en una conferencia); publicado en 1952; así nos presenta su proposición:

Origen significa aquí aquello de donde una cosa procede y por cuyo medio es lo que es y como es. Lo que es algo, cómo es, lo llamamos su esencia. El origen de algo es la fuente de su esencia. La pregunta sobre el origen de la obra de arte interroga por la fuente de su esencia. La obra surge según la representación habitual de la actividad del artista y por medio de ella. Pero ¿cómo y de dónde es el artista lo que es? Por medio de la obra; pues decir que una obra enaltece al maestro, significa que la obra, ante todo, hace que un artista resalte como maestro del arte. El artista es el origen de la obra. La obra es el origen del artista. Ninguno es sin el otro […]. Tan necesariamente como el artista es el origen de la obra, de modo distinto a como ésta lo es del artista, tan ciertamente es el arte el origen, de modo aún distinto del artista y sobre todo de la obra. Pero entonces ¿puede el arte en general ser un origen? ¿Dónde y cómo hay arte? […].

[…]. El arte está en la obra de arte. Pero ¿qué es y cómo es una obra de arte?
Lo que sea el arte debe poderse inferir de la obra. Lo que sea la obra sólo podemos saberlo por la esencia del arte […].
Para encontrar la esencia del arte que realmente está en la obra, busquemos la obra real y preguntémosle qué es y cómo es.

Las obras de arte son conocidas por todos. Las obras de arquitectura y escultura se encuentran en las plazas públicas, en las iglesias y en las casas. En las colecciones y exposiciones se depositan obras de arte de las más diferentes épocas y pueblos. Si las miramos en su intacta realidad, sin prejuzgar, entonces se muestra que las obras son tan naturalmente existentes como las cosas. El cuadro cuelga en la pared como un fusil de caza o un sombrero. Una pintura, por ejemplo, la de Van Gogh que representa un par de zapatos de campesino, vaga de una exposición a otra...

[…]. La obra de arte es en verdad una cosa confeccionada, pero dice algo otro de lo que es la mera cosa, […]. La obra hace conocer abiertamente lo otro, revela lo otro; es alegoría. Con la cosa confeccionada se junta algo distinto en la obra de arte […]. La obra es símbolo. Alegoría y símbolo son el marco de representaciones dentro del cual se mueve hace largo tiempo la caracterización de la obra de arte”.


Fig.1.-En esta fotografía vemos a Heidegger en su despacho.


Fig.2.-Van Gogh: Un par de botas (antes: Viejos “zapatos” con cordones). 1886. Óleo sobre lienzo: 37,5 x 45,5 cm. Museo Nacional Van Gogh, Ámsterdam. Tradicionalmente en los libros de Arte se repite la denominación: “zapatos”; cuando no lo son. Un zapato es un calzado que no pasa del tobillo. En realidad se trata de un par de botas. Son una naturaleza muerta. Van Gogh encontró la belleza en lo cotidiano. Heidegger consideró que la esencia del útil, no estaba en el servir para algo, sino en lo que denominaba “ser de confianza” (Verlässlichkeit). La vejez de las botas, que vemos en sus deformaciones; es la huella del trabajo; en la cual el filósofo pudo deducir el relato de la campesina que las usó. Y esto lo expuso en una descripción literaria, sugerente y conmovedora, en su propia disertación:

En el cuadro de Van Gogh ni siquiera podemos decir dónde están los zapatos. En torno a este par de zapatos de labriego no hay nada a lo que pudieran pertenecer o corresponder, sólo un espacio indeterminado. Ni siquiera hay adheridos a ellos terrones del terruño o del camino, lo que al menos podía indicar su empleo […].

En la oscura boca del gastado interior bosteza la fatiga de los pasos laboriosos. En la ruda pesantez del zapato está representada la tenacidad de la lenta marcha a través de los lagos y monótonos surcos de la tierra labrada, sobre la que sopla un ronco viento. En el cuero está todo lo que tiene de húmedo y graso el suelo. Bajo las suelas se desliza la soledad del camino que va través de la tarde que cae […]. Por este útil cruza el mudo temer por la seguridad del pan, la callada alegría de volver a salir de la miseria, el palpitar ante la llegada del hijo y el temblar ante la inminencia de la muerte en torno. Propiedad de la tierra es este útil y lo resguarda el mundo de la labriega. De esta resguardada propiedad emerge el útil mismo en su reposar en sí”.

La interpretación de Heidegger sería rechazada por Meyer Schapiro (1904-1996). El historiador del arte (estadounidense), en su ensayo: La naturaleza muerta como objeto personal (1968), manifestó que las botas pertenecían a un ciudadano urbano. Y en concreto representarían a su dueño, a Van Gogh. “Son los zapatos del artista, un hombre de su época y su ciudad”.

Jacques Derrida (1930-2004), un filósofo francés (postestructuralista), que en la cuarta sección de su obra: La vérité en peinture, 1978 (en español: La verdad en pintura, editada en el 2001), desplegó el mismo tema, pero desde una perspectiva excéntrica, deconstructivista. En la cual refutaba los planteamientos de las teorías artísticas tradicionales, sumiendo al lector en la confusión y en las dudas; a través de unos recursos lingüísticos ambiguos; mezclados con préstamos del psicoanálisis. Contradice las conclusiones de Heidegger y Schapiro. Y plantea lo siguiente: “Encuentro este par, si puede decirse, siniestro. De punta a punta. Miren los detalles, la cara lateral interna: parecen dos pies izquierdos. De zapatos diferentes. Y cuanto más los miro, más me miran (o me conciernen), y menos se parecen a un viejo par. A una vieja pareja, más bien. ¿Es lo mismo?”.


Fig.3.-Van Gogh: Autorretrato del sombrero. 1887. Óleo sobre cartón. Stedelijk Museum, Ámsterdam. Frecuentemente abordó el autorretrato. Aquí aparece con un semblante interrogativo, perplejo y triste. Estamos delante de un pintor postimpresionista. Su inquieta plasmación de los temas que efectúa, lo convierte en un precedente de los expresionistas del siglo XX. Igualmente sería valorado por los pintores fauvistas. Van Gogh era un admirador de las obras de Gustave Courbet (1819-1877), Jean-François Millet (1814-1875), Jozef Israëls (1824-1911), Émile Bernard (1868-1941) y Louis Anquetin (1861-1932). Y cuando comenzó a utilizar el color de forma arbitraria, le concedería una función emocional.


Fig.4.-Los girasoles. Pintado en agosto de 1888. Óleo sobre lienzo: 93 x 73 cm. The National Gallery, Londres. Según el artista: “Estoy tratando de dar con un manejo del pincel que no implique punteado de ninguna otra cosa, nada que no sea el trazo variado”. Este cuadro cuenta con 15 girasoles visibles. No obstante, algunos “expertos” han creído ver únicamente 14; ya que copian de los libros y no comprueban las cosas. Existen varias versiones. Una de ellas está en Múnich (Alemania), a la cual se atribuye 12 girasoles, y que evidentemente supera la cifra tradicional.


Fig.5.-Van Gogh: El café de noche (o Interior de café nocturno). Pintado en septiembre de 1888. Óleo sobre lienzo: 70 x 89 cm. Galería de Arte de la Universidad de Yale (New Haven, Estados Unidos). Según el propio pintor, en una carta a su hermano Theo, reveló que era: “uno de los cuadros más feos que he hecho”. Y añadió algo más: “He tratado de expresar las terribles pasiones de la humanidad por medio del rojo y del verde. La habitación es rojo sangre y amarillo oscuro con una mesa verde de billar en el centro. Por todas partes hay un choque y contraste de los rojos y verdes más dispares, …”.


Fig.6.-Van Gogh: La habitación del artista en Arlés (“Arles”, en francés). Octubre de 1888. Óleo sobre lienzo: 72 x 90 cm. Museo Van Gogh, Ámsterdam. De esta manera opinó el pintor, acerca de su primera versión del tema: “No es ni más ni menos que mi dormitorio, sólo que aquí el color debe hacerlo todo y, confiriendo con su simplificación un estilo más imponente a las cosas, habrá de sugerir el reposo o el sueño en general. En una palabra, la observación del cuadro debe ser un descanso para el cerebro, o más bien para la imaginación”.

Vincent Willem van Gogh (1853-1890). Un pintor holandés (neerlandés) conocido mundialmente como “Van Gogh”, alcanzaría el éxito, después de su fallecimiento; puesto que no era conocido por la mayoría de los críticos coetáneos; acostumbrados a lo tradicional. Si tenemos en cuenta algunos datos de su biografía, y examinamos las cartas que enviaba a su hermano Theo (Teodoro), podremos entender buena parte de sus obras artísticas.

En su juventud sufrió unos desengaños amorosos y una crisis espiritual. Aunque él se preparó para los estudios de ministro de la Iglesia; ya que su padre era un pastor calvinista (evangelista); Van Gogh acabaría por abandonar la carrera religiosa en 1878. Seguidamente trabajaría de predicador laico con los mineros del Borinage (una región pobre de Bélgica). Él repartió sus bienes. Y a finales de julio de 1879, no le renovaron el contrato. Entonces, vivió en esa zona, hundido en la pobreza hasta 1880. Consecutivamente él se inclinó por la vocación artística. Los diez últimos años de su vida; a pesar de las adversidades; fueron los momentos más fructíferos de su producción artística.

El artista se estableció en Holanda, entre 1881 y 1885, viviendo unas veces con sus padres, y otras en pensiones, sufragadas por su hermano. Dentro de este período pintó: Los comedores de patatas (1885). Van Gogh tenía 32 años, cuando hizo este cuadro. Así se lo comentó a Theo, en una carta (abril de 1885): “He intentado poner de manifiesto que esta gente, que come patatas a la luz de una lámpara, ha estado cavando la tierra con esas mismas manos que pone en el plato; así pues, mi obra refleja el trabajo manual y la manera como esta gente se ha ganado el alimento honestamente”.


Fig.7.-Van Gogh: Los comedores de patatas (papas). Pintado entre abril y mayo de 1885. Óleo sobre lienzo: 82 x 114 cm. Rijksmuseum Van Gogh, Ámsterdam.

El pintor se trasladó a la ciudad de Amberes, en 1885, para estudiar en una academia, durante algunos meses. Y en febrero de 1886, viajó a París, donde conoció a Camille Pissarro (1830-1903), Edgar Degas (1834-1917), Paul Gauguin (1848-1903), Georges Seurat (1859-1891) y Henri de Touluose-Lautrec (1864-1901). La pintura de Van Gogh experimentó una fuerte transformación. Justamente entre 1886 y 1888 se consolida la formación de su estilo definitivo. “En vez de intentar reproducir exactamente lo que tengo ante mis ojos”, escribió Van Gogh, “utilizo el color de una forma más arbitraria para poder expresarme con mayor energía”. Él usaba colores puros; resaltando el azul, el verde y el amarillo. En el modo de colorear, él era un improvisador, aplicando una pasta gruesa, tanto con los pinceles como con la mano, la espátula, o directamente del envase (el tubo de pintura). En febrero de 1888, el pintor se instaló en Arlés (en el sur de Francia); allí elaboró más de doscientos lienzos en quince meses.


Fig.8.-Van Gogh: La iglesia de Auvers. 1890. Óleo sobre lienzo: 94 x 74 cm. Museo de Orsay, París. Esta tela se la describe a su hermana Wilhelmina, el 5 de junio de 1890: “He hecho un gran cuadro con la iglesia del pueblo, en el cual la construcción aparece violácea contra un cielo azul profundo de cobalto puro; los vitrales parecen manchas de azul marino. En primer término, un poco de verde florido y de arena rosa…”. Todo ello lo hace con breves pinceladas en ritmos de curvas. Tanto la tierra como la iglesia parecen moverse o flotar.

El fenómeno artístico de Van Gogh es la expresión de su fuerza espiritual interna. Sus formas y sus colores aparecen deformados, dentro del exceso de la energía expresiva de su estética, y de su carácter inestable. Acerca de Van Gogh se han escrito más libros, artículos y tesis, que sobre ningún otro pintor de la Historia del Arte. Desde el año de su muerte, ocurrida en 1890, y hasta 1942, se catalogaron más de 777 estudios publicados, referentes a su vida y obra pictórica. Al morir este artista genial, dejaría 879 cuadros.