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miércoles, 17 de junio de 2015
lunes, 8 de junio de 2015
lunes, 1 de junio de 2015
Casa Batlló (1904-0906) - La guarida del dragón
La célebre casa Batlló está situada en el Paseo de Gracia (Passeig de
Gràcia), número 43, en Barcelona. Es un edificio de varias plantas; compuesto
por unos pisos de lujo; los cuales han pasado por diversos propietarios, a lo
largo de su historia. En su origen, esta obra arquitectónica fue construida
entre 1875-1877, siguiendo un diseño convencional, del arquitecto Emilio Sala
Cortés (1841-1920). Nadie sospecharía en aquel momento, lo que depararía el
futuro a esta edificación. Hasta que en 1903, este bloque de viviendas fue
comprado por Josep Batlló i Casanovas (†1934); un rico empresario de fábricas
textiles. El nuevo dueño encargó la reforma de la casa, al genial Antoni Gaudí
i Cornet (1852-1926). El arquitecto catalán más representativo del modernismo
español, quien llevaría a cabo una remodelación completa (en varias fases),
desde el sótano hasta la cubierta; con todos los elementos complementarios;
tanto internos como externos; durante 1904 y 1906.
Existen dos niveles en el subsuelo. En el nivel de la calle está la planta cero. Encima, la planta noble o el piso 1; la residencia Batlló (originariamente).
Luego se superponen una serie de pisos, manteniéndose el esquema planimétrico
de Sala; aunque Gaudí inventaría la planta 5; para destinarla al personal de servicio.
La fachada que se muestra a la calle, la más asombrosa, sin lugar a dudas, es
el único paradigma de toda la Historia de la Arquitectura. Es por esto, por lo
que ha concentrado siempre, la atención de todos los especialistas en la
materia artística. Siendo una obra capital en cualquier prueba académica; por
la variedad de sus detalles, y la propia concepción creativa de Gaudí. Un
reflejo de su gran fantasía, y de su maestría artesanal; en la minuciosidad de
la decoración. La plasticidad de la composición rompió con los prototipos
tradicionales, de las modas historicistas. Las formas naturales y orgánicas de
la estructura, no son un mero ornato sobrepuesto. La casa Batlló no parece una
obra arquitectónica, a simple vista. La vivienda se ha convertido en una forma
escultórica. Algo extraordinario que asombró al público de la época, y que
sigue impresionando, a todos los turistas que visitan esta construcción
imaginativa.
¿Qué hacen esos antifaces en los balcones? ¿Por qué el tejado tiene forma
de espinazo de un saurio? ¿Cuántas veces la gente se lo pregunta? Mientras los
expertos discutimos la hipótesis del animal prehistórico; o seguimos el camino
de la conjetura del dragón; cada persona podrá ver lo que quiera. Lo que sí
está claro: que esta casa no deja indiferente a nadie. Normalmente, nos atrae
su característica singularidad. El paramento se alterna de piedra natural
(arenisca gris), seguida por piezas de cerámica de diversos colores. Así Gaudí
se diferencia de lo que hacían otros arquitectos del modernismo. Véase la
amplia galería de la planta noble. También, la entrada con los seis puntales de
piedra, unidos entre sí, por cinco arcos. Estos soportes parecen las patas de
un paquidermo. La articulación volumétrica es cóncava y convexa, y nos trae a
la mente unas formas óseas. En contraste, si observamos el muro exterior de los
pisos más altos, descubriremos una policromía refulgente, por el revestimiento
de la cerámica vidriada; con un color principal de azul verdoso; cuyo matiz
varía, a medida que transcurren las horas y las luces solares del día.
Las desconcertantes aberturas de la tribuna, en la planta noble, con sus
vidrieras polícromas, pueden evocar las fauces abiertas de un animal
prehistórico, o las alas desplegadas de un murciélago. Asimismo en el interior
del edificio prevalecen las formas redondeadas; tanto en las puertas como las
ventanas. Unas creaciones originales; productos de la exuberante imaginación de
Gaudí. Precisamente, en la vista que da a la calle, sobresale una torreta
cilíndrica; inscrita en la parte superior de la fachada; y que oculta una
escalera de caracol. El aspecto bulboso del coronamiento recuerda una cabeza de
ajo, terminada en una cruz de cuatro brazos; la cual ha sido interpretada como
la empuñadura del arma de San Jorge, clavada en el dragón. Hay que tener en
cuenta: que el arquitecto era un católico muy devoto. Por ello colocó unos
anagramas religiosos. Una manera de bendecir su propia obra; formando parte de
la decoración exterior; combinando los discos y los fragmentos cerámicos.
El inmueble se remata con una cubierta insólita; la cual nos recuerda la
espina dorsal de un saurio; en tanto que las chimeneas de la techumbre, después
de los áticos, se igualan a una cresta de ola; o una reunión de inquietantes
criaturas. El tejado está formado por tejas japonesas (escamas) de cerámica vidriada;
las cuales oscilan entre los colores: ocre, azul y verde. Todo un abanico de
efectos, que pretenden materializar su fuente de inspiración. Merecidamente ha
sido y seguirá siendo: uno de los edificios más emblemáticos de la Historia del
Arte; muy admirado y fotografiado por millones de entusiastas; alcanzando la
cima de la popularidad. Al mismo tiempo que nos sugiere nuevas ideas, y nuevos
afanes por recrear esta edificación modernista, en un ser especial, de una
animación virtual. Su poder de fascinación no conoce los límites de la mente.
Detalle de la escalera principal. Los pasamanos y las paredes de apariencia sinuosa y orgánica. Algo similar al interior del intestino, de un animal gigantesco.
Techo del descanso de la escalera. Justo antes de la entrada a la sala noble. Una espiral que retuerce la cubierta. Y una lámpara que parece un girasol.
Interior de la planta 1. Piso noble. Sala de la residencia Batlló. La luz que entra por las vidrieras produce unos efectos coloreados, muy apreciados por los fotógrafos.
Fotograma de una animación virtual. Muchos artistas se han inspirado en esta obra arquitectónica, para realizar otras creaciones; experimentando con su encanto mágico.
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