Translate

Espacio Historia del Arte

Blog Educativo (Formación + Investigación): Conocer para valorar

sábado, 15 de septiembre de 2012

Caminante ante un mar de niebla


Este lienzo famoso (98, 4 x 74,8 cm) de la Galería de Arte (Kunsthalle, en Hamburgo), suele denominarse con otros títulos similares: “Viajero frente al mar de niebla”, “Viajero contemplando un mar de nubes” o “El caminante sobre el mar de nubes”. Es una obra del pintor Caspar David Friedrich (1774-1840); efectuada al óleo, entre 1717 y 1718.

Friedrich es el artista más importante del Romanticismo alemán; que sobresalió especialmente en la pintura paisajística; a pesar de conservar la nacionalidad sueca, durante toda su vida. Siempre estudió la Naturaleza; absorbiéndola en sus numerosos apuntes; con los que posteriormente crearía “escenarios naturales”; que solamente existían en su interior. Él profundizaría en ella, y revelaría la espiritualidad del paisaje. Enseñó el concepto de espacio ilimitado, que desborda nuestros sentidos.

Era un artífice que permanecía mucho tiempo delante de su lienzo; esperando por la imagen que iba a pintar. Precisamente aconsejaba: “Cierra tu ojo corporal, de manera que puedas ver tu cuadro primero con el ojo espiritual. Luego saca a la luz del día lo que has visto en la oscuridad, de manera que pueda reaccionar ante otros que proceden del exterior”.

El caminante (o el viajero) aparece en el centro del cuadro. Se ha detenido encima de un peñasco; al borde de un precipicio cercado de niebla. Esta figura misteriosa se apoya en un bastón, y nos da la espalda. Deducimos que es un hombre; por su vestuario antiguo (alemán), una levita oscura y un pantalón. También, vemos su corte de pelo. Algunos mechones son movidos por la brisa, en la parte superior de la cabeza, en el lado izquierdo.

Tradicionalmente el personaje misterioso ha sido identificado con el autor; ya que Friedrich había visitado el lugar. El Malerweg de la “Suiza Sajona”; la parte más oriental de Sajonia. Caracterizada entre otras cosas, por las formaciones caprichosas de sus montañas de arenisca. La gran roca que sostiene al hombre, simbolizaría la fe; imperturbable y firme; mientras que el paisaje, envuelto en una luz especial (blanquecina y azulada), la dimensión divina. El pintor contempla a Dios a través de la Naturaleza.

El “escenario natural” que admira el viajero, contiene una serie de elementos sucesivos: niebla, cimas de montañas, y otra franja de neblina que bordea unos valles. Al fondo, divisamos unas cumbres que se pierden en la lejanía. No existe el horizonte. El espacio es ilimitado. Lo cual produce una sensación de algo sublime y eterno; que no se puede explicar con palabras, sino con el sentimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, visitante. Antes de escribir, piénsalo bien. Utiliza un lenguaje correcto.